Dice un amigo que una vez que las niñas hacen la comunión todo cambias.
Yo no quería creerlo, las veía tan chicas, tan pegadas a mí, tan necesitadas de mi presencia, que no podía creer lo que decía.
Pasó la comunión y noté algunos cambios, pero más que conmigo, entre ellas. Cierta independencia como irse cada una a un cuarto o ponerse ropa distinta.
Pero ha llegado el verano y sí he notado el verdadero cambio. Este verano del 23 será el verano en el que mis niñas pasaron de ser niñas a convertirse en preadolescentes (me niego a considerarlas aún adolescentes).
Ir a la piscina solas, a comprar al desavío y sobre todo salir por la tarde noche con sus amigas lo ha cambiado todo.
Empiezan a hacer planes sin nosotros. Dejamos de ser el centro de su existencia y dentro de nada seremos el problema de ésta.
No estoy preparado aunque soy consciente, que ya es algo.
Qué injusta es la vida. Cuando ellas te necesitan tú no puedes estar, no tienes tiempo. Cuando te das cuentas se han ido y eso ocurre cuando más las necesitas tú.
En fin, a aprender paso a paso y aguantar el chaparrón que se nos viene.
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