La peor desgracia que un padre puede sufrir

 Siempre he pensado que la peor tragedia que puede sufrir un padre es la muerte de uno de sus hijos.

Pero, hoy he comprendido, que hay una peor: El suicidio de un hijo.

Ayer, me dieron la mala noticia del suicidio de la hija de un amigo. Con poco más de 20 años. Una niña que lo tenía todo, pero sobre todo, tenía el amor de su padre.

Y decidió quitarse la vida y por su puesto, quitársela para siempre a su padre.

Si duro debe ser que fallezca un hijo, que lo haga así, sin que puedas preguntarle por qué, sin poderle preguntar si podías haber hecho algo que lo evitara, debe ser la muerte en vida.

Solo pido no sobrevivir a mis hijas, que haga Dios conmigo lo que quiera, pero por Dios, que no tenga que vivir lo que está que viviendo mi amigo.

Los Reyes Magos

 La pasada noche del miércoles 27 de septiembre, mis pequeñas nos hicieron esa pregunta que todos los padres tememos escuchar, ¿los reyes magos son los padres?

A ver cómo le explicas lo que sientes sin que se sientan mal, sin que se sientan engañados, para que sigan confiando en ti ciegamente.

Solo es posible con sinceridad y cariño.

Los padres no somos los Reyes Magos. Los Reyes Magos, según la religión cristiana a la que pertenecemos fueron tres magos que visitaron al Niño Jesús cuando nació.

Igual que celebramos la Nochebuena o la Semana Santa, por el nacimiento y la muerte de Dios, también celebramos esta eferméride.

Y lo celebramos entregando en nombre de los Reyes regalos a los hijos.

Es así de fácil y así de difícil.

Luego unos niños se lo toman mal y otros mejor. En nuestro caso parece que bien, menos mal.

Ahora, después de diez años maravillosos en los que he sido muy feliz y en los que he disfrutado más incluso que cuando era pequeño, toca seguir luchando para que la magia de la navidad y de los reyes magos continúe.

Ojalá seamos capaces.

El verano del cambio

 Dice un amigo que una vez que las niñas hacen la comunión todo cambias.

Yo no quería creerlo, las veía tan chicas, tan pegadas a mí, tan necesitadas de mi presencia, que no podía creer lo que decía.

Pasó la comunión y noté algunos cambios, pero más que conmigo, entre ellas. Cierta independencia como irse cada una a un cuarto o ponerse ropa distinta.

Pero ha llegado el verano y sí he notado el verdadero cambio. Este verano del 23 será el verano en el que mis niñas pasaron de ser niñas a convertirse en preadolescentes (me niego a considerarlas aún adolescentes).

Ir a la piscina solas, a comprar al desavío y sobre todo salir por la tarde noche con sus amigas lo ha cambiado todo.

Empiezan a hacer planes sin nosotros. Dejamos de ser el centro de su existencia y dentro de nada seremos el problema de ésta.

No estoy preparado aunque soy consciente, que ya es algo.

Qué injusta es la vida. Cuando ellas te necesitan tú no puedes estar, no tienes tiempo. Cuando te das cuentas se han ido y eso ocurre cuando más las necesitas tú.

En fin, a aprender paso a paso y aguantar el chaparrón que se nos viene.

Medio siglo

 Acabo de cumplir 50 años. 

Algo cambia en uno cuando cumple esa edad. Es el momento en el que te das cuenta de verdad que te queda menos aquí de lo que llevas.

Cinco décadas de vida.

De la primera no tengo muchos recuerdos. Salvo la comunión, mi primer carnet de socio del Sevilla y algunos retazos en Chipiona o en casa de mi primo jugando a los platillos.

De los 10 a los 20 sí hay mucha vida, mucho cambio. El instituto, la Expo, el fútbol y las chicas que llegan a mi vida.

En esa década conocí a los que hoy son mis mejores amigos.

De los 20 a los 30 tiene varias cosas importantes: la universidad, el trabajo fijo y mi mujer. Fueron 10 años muy bien aprovechados.

De los 30 a los 40 hubo dos aspectos importante: Diversión en la primera mitad y la búsqueda de ser padre en la segunda, conseguida casi al final.

Y en esta última década he sido principalmente padre.

¿Qué me espera en esta que llega?. Supongo que la labor de padre seguirá siendo la principal aunque empezaré a ver disminuida la carga, espero prejubilarme y poder dedicarme a las cosas que me gustan y espero disfrutar aun de mis padres.

Empieza la segunda vuelta, que es más corta que la primera casi siempre y más dura. A por ella.