Tengo ya 35 años, pero sigo poniéndome nervioso las horas previas a un examen. Aquí estoy, a falta de menos de tres horas para que comience, repasando esas pequeñas cosas que no consigo memorizar, esas cosas que temo me caigan en el examen y no las recuerde. La experiencia me dice que si me caen, las fallaré, porque si no he podido memorizarla en varios días o semanas de estudio, no lo voy a hacer ahora, pero aún así, apuro el repaso hasta el último momento.
Y aquí estoy, después de 22 o 23 años estudiando (antes de sexto de EGB estudiaba, seguro, pero no lo recuerdo), en mi mesa de toda la vida y con mi flexo de siempre, con su bombilla azul para que no me molestase.
Desde sexto recuerdo levantándome para estudiar por las noches antes de los exámenes. ¡Cómo ha cambiado la cosa!, ¡cómo ha cambiado mi vida!.
Es curioso, han pasado 23 años, las materias son distintos, los objetivos también y por supuesto el cómo me tomaré aprobar o suspender y las implicaciones que tendrá, pero aquí estoy, como en aquellas días.
Y aquí estoy, después de 22 o 23 años estudiando (antes de sexto de EGB estudiaba, seguro, pero no lo recuerdo), en mi mesa de toda la vida y con mi flexo de siempre, con su bombilla azul para que no me molestase.
Desde sexto recuerdo levantándome para estudiar por las noches antes de los exámenes. ¡Cómo ha cambiado la cosa!, ¡cómo ha cambiado mi vida!.
Es curioso, han pasado 23 años, las materias son distintos, los objetivos también y por supuesto el cómo me tomaré aprobar o suspender y las implicaciones que tendrá, pero aquí estoy, como en aquellas días.
